miércoles, 24 de febrero de 2021

MISERICORDIA - BENITO PÉREZ GALDÓS



     Título original: Misericordia, 1897    
       
     Tapa dura: 230 páginas

     Edición: Ediciones Rueda, 2001

      ISBN: 978-8484470504

      Puntuación: 10/10








   En esta ocasión os traigo la reseña de una novela que leí en 2011 e hizo que me enamorará de este escritor. Su relectura se debe a que resultó como lectura seleccionada para la iniciativa de leer autores clásicos españoles durante el mes de abril que Raquel, del canal de booktube La pecera de Raquel, con un poco de ayuda de esta servidora jeje, ha organizado para el club de lectura que ella administra (el club de la pecera).


   Si esta historia ya me enamoró entonces, ahora sin lugar a dudas lo ha vuelto a hacer, y he vuelto a emocionarme y a derrarmar alguna que otra lagrimilla con esta triste pero sin duda entrañable historia.


   Benina es una criada ya anciana, aunque aún ágil y vivaz, que se dedica a pedir limosna para poder mantener a su señora después de que ésta despilfarrase su fortuna y cayese en la más absoluta miseria. Nina, como la llama cariñosamente doña Paca, es su fiel criada y amiga, que siempre ha estado velando por ella y su familia. Y aunque, a lo largo de los años, han tenido sus problemas, ambas se tienen mucho cariño y no pueden vivir la una sin la otra.


   "-¿Y soportas, además de la miseria, la vergüenza, tanta humillación, deber a todo el mundo, no pagar a nadie, vivir de mil enredos, trampas y embustes, no encontar quien te fíe valor de dos reales, vernos perseguidos de tenderos y vendedores?
     -¡Vaya si lo soporto!... Cada cual, en esta vida, se defiende como puede. ¡Estaría bueno que nos dejáramos morir de hambre, estando las tiendas tan llenas de cosas de sustancia! Eso no; Dios no quiere que a nadie se le enfríe el cielo de la boca por no comer, y cuando no nos da dinero, un suponer, nos da la sutileza del caletre para inventar modos de allegar lo que hace falta, sin robarlo..., eso no. Porque yo prometo pagar, y pagaré cuando lo tengamos. Ya saben que somos pobres..., que hay formalidad en casa, que que no haigan otras cosas. ¡Estaría bueno que nos afligiéramos porque los tenderos no cobran estas miserias, sabiendo, como sabemos, que están ricos!
     -Es que tú no tienes vergüenza, Nina; quiero decir, decoro; quiero decir, dignidad.
     -Yo no sé si tengo eso; pero tengo boca y estómago natural, y sé también que Dios me ha puesto en el mundo para que viva, y no para que me deje morir de hambre. Los gorriones, un suponer, ¿tienen vergüenza? ¡Quia!..., lo que tienen es pico... Y mirando las cosas como deben mirarse, yo digo que Dios, no tan sólo ha criado la tierra y el mar, sino que son obra suya mismamente las tiendas de ultramarinos, el Banco de España, las casas donde vivimos y, pongo por caso, los puestos de verdura... Todo es de Dios." 




   La búsqueda infatigable de sustento por parte de Benina, le lleva a hacer múltiples malabares y ocurrencias para enmascarar a ojos de su señora el origen de los fondos que las mantienen. Porque doña Paca es engañada con mil historias por su fiel compañera para poner un velo, que ya de por sí la señora se autoimpone, a la situación tan precaria en la que se encuentran. Porque nuestra protagonista es buena y desprendida y no puede quedarse de brazos cruzados si ella puede ayudar a alguien, aunque su situación no sea mucho mejor de la de aquel al que está ayudando. Siempre está buscando la manera de poder sobrevivir sin hacer daño a nadie y evitando caer en soluciones rápidas tales como robar o dejar de pagar sus deudas.




   Uno de los muchos embustes que utiliza Benina para justificar sus salidas para ir mendigar, es que va todas las mañanas a trabajar de cocinera en la casa de don Romualdo, un cura muy bondadoso y de muchos posibles, que tiene dos sobrinas y está propuesto para obispo. Todo invención de Benina y que su ama cree a pies juntillas. Esta invención acabará tornándose parcialmente el realidad y tendrá un gran peso en el desenlace de la historia.



   Porque en esta novela Galdós nos muestra (y de una manera tan realista que parece que nos transporta en el tiempo y el espacio) el Madrid de las capas más bajas, el más mísero y necesitado, repleto de mendigos y granujas, borrachos y timadores; pero también el de la pobreza honrada y sacrificada, el de la gente de buen corazón y que ayuda a los demás. Una realidad desagradable pero cierta, que imprime a la obra una atmósfera de desolación e impotencia que contrasta con un final esperanzador aunque ingrato.




   A todo esto ayuda el lenguaje que utiliza el escritor para dotar de aún más veracidad a la historia, dando a cada personaje su voz propia y acorde con su nivel social y cultural. Esto puede implicar un poco de problema al principio, ya que el lector debe acostumbrarse a unas expresiones y vocabularios propios del lenguaje hablado por las capas bajas de la sociedad madrileña del siglo XIX, pero rápidamente se le coge el ritmo y se disfruta de lo peculiar de las palabras utilizadas.


   Por eso son de destacar los diálogos que conforman la mayor parte de la narración, muy elaborados y realistas, que dotan de un gran ritmo a la trama y ayudan a adentrarnos aún más en la novela. Las descripciones son también brillantes, bastante detalladas, tanto de los personajes como de los lugares, lo que consigue que el lector tenga una imagen mental muy desarrollada de la historia.


   Este fresco que nos va pintando Galdós, se va completando con el resto de personajes que acompañan a Benina en su fatigosa andadura. Tales como Almudena, un moro ciego amigo suyo, compañero de sus largas horas pidiendo limosna, que es capaz de ver la bondad de Benina hasta el punto de acabar amándola ciegamente; don Carlos, cuñado de doña Paca, es un hombre con posibles pero muy tacaño, que limpia su conciencia repartiendo míseras limosnas y peregrinando de iglesia en iglesia para buscar el perdón de Dios, más preocupado por castigar la inconsciencia que por remediar la situación de su cuñada; don Paco de Ponte, familiar lejano de doña Paca, otro burgués como ella venido a menos, soltero y de pasado elegante, vive su situación de miseria pasando terribles apuros y vergüenzas, al cual Benina salvará de más de un aprieto, y a la que estará muy agradecido.






   "Voy a tener otra vez el gusto de dar de comer a ese pobre hambriento, que no confiesa su hambre por la vergüenza que le da... ¡Cuánta miseria en este mundo, Señor! Bien dicen que quien más ha vistp, más ve. Y cuando se cree una que es el acabóse de la pobreza resulta que hay otros más miserables, porque una se echa a la calle, y pide, y le dan, y come, y con medio panecillo, se alimenta... Pero estos que juntan la vergüenza con la gana de comer, y son delicados y medrosicos para pedir: estos que tuvieron posibles y educación, y no quieren rebajarse...¡Dios mío, qué desgraciados son!"

   Lo personajes que Galdós nos retrata en esta obra (son bastantes y cada uno de ellos aparecen nombrados por su nombre, o por el apellido y, a veces, hasta por el mote, que hay que estar atento para no perdernos, sobre todo al principio) contribuyen, cada uno a su manera, a enseñarnos lo dura que era la existencia para buena parte de la población en aquellos tiempos, y cómo las personas se apoyaban en la religión y en la creencia de una existencia mejor más allá de la muerte, para poder soportar una vida miserable, llena de fatigas y reveses, y además sujeta a las maledicencias y al que dirán de una sociedad hipócrita y egoista.


   "Mucha más numerosa y formidable que por el sur es por el norte la cuadrilla de miseria que acecha el paso de la caridad, al modo de guardia de alcabaleros que cobra humanamente el portazgo en la frontera de lo divino, o la contribución impuesta a las conciencias impuras, que van a donde lavan."


   Una obra maestra de la literatura española, a la que los lectores miran con respeto y muchos prejuicios, pero que una vez leída normalmente gana nuevos adeptos adoradores del gran maestro de las letras españolas Benito Pérez Galdós.


   Existe una adaptación cinematográfica del año 1953 y una adapatación para televisión realizada por Estudios 1 emitida en 1977. Espero ver ésta última en breve.



















   Como dato curioso, en esta novela Galdós nos habla de un personaje secundario de su obra más conocida "Fortunata y Jacinta" doña Guillermina Pacheco, mujer de alta alcurnia muy bondadosa que dedica su vida a ayudar a los más desfavorecidos. Un personaje muy entrañable que se acaba recordando con mucho cariño.
 


    "En efecto: había existido años atrás una señora muy linajuda, llamada doña Guillermina Pacheco, corazón hermoso, espíritu grande, la cual andaba por el mundo repartiendo los dones de la caridad, y vestía humilde traje, sin faltar a la decencia, revelando en su modestia soberana la clase a la que pertenecía. Aquella dignísima señora ya no vivía. Por ser demasiado buena para el mundo. Dios se la llevó al cielo cuando más falta nos hacía por acá. Y aunque viviera, amos, ¿cómo podía ser confundida por ella, con la infeliz Benina? A cien leguas se onocía en ésta a una mujer de pueblo, criada de servir."







                                                        BENITO PÉREZ GALDÓS

  


  Novelista, dramaturgo, cronista y político español. Se le considera uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX, no solo en España,  y un narrador capital en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser propuesto por varios especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Transformó el panorama novelesco español de la época, apartándose de la corriente romanticista en pos del naturalismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. Fue académico de la Real Academia Española desde 1897 y llegó a ser propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912.