miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL BUSCÓN - FRANCISCO DE QUEVEDO

Hace ya al menos una semana que terminé de leer esta novela, la única escrita por su autor Francisco de Quevedo, uno de los más grandes exponentes de la literatura del siglo de oro español. Es más conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y dramáticas.

Su estilo satírico y barroco, plagado de juegos de palabras, antítesis y recursos literarios, hacen que el lector disfrute de ese derroche de ingenio literario.




Hoy en día al tratarse ya de castellano antiguo, al menos a mí, se me hace más dificultosa su lectura y comprensión,  teniendo que recurrir constantemente a las notas al pie de página para poder comprender los juegos de palabras. Aun así para los amantes de los clásicos y de las novelas con tinte cómico, es un libro muy recomendable; además a todo el mundo le sonarán algunos párrafos, que frecuentemente se utilizan en los libros de texto para explicar algunos recursos literarios.


La novela trata sobre la vida de Don Pablos, contándola desde su niñez. El protagonista es un pillo, que tiene un origen humilde y vergonzante, ya que su padre es ladrón, y muere ajusticiado por ello, y su madre es bruja, por lo que la inquisición termina metiéndola en la cácel; pero él se resiste a ser pobre y al lado de su amigo y señor que es hijo de un hidalgo, llega a estudiar a la Universidad de Alcalá de Henares, donde se dedica a timar a su propio amigo, y todo el que puede para enriquecerse. A prtir de ahí y después de que su amigo lo desprecie, lleva una vida de trotamundos, siempre intentando aprovecharse del prójimo, para no tener que trabajar y poder vivir plácidamente y cómo un señor.



Aquí os pongo un fragmento del Buscón en el que nos describe cómo es el tutor de su señor y donde se puede apreciar todo lo explicado anteriormente:


" Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (no hay más que decir ara quien sabe el refrán), los ojos avencidados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos, tan hundidos y escuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no se cuántos, y pienso que por holgazanes y vagabundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonoban los güesos como tablillas de San Lázaro. La habla ética; la barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y el decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese; cortábale los cabellos un muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos en caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era."
 







Merece la pena leer esta novela, teniendo en cuenta que hay que leerla despacio y consultando las notas a pie de página; pero aún así nos transmite cómo era la vida en el siglo de oro español, cómo la mayoría de las personas tenían que idearselas para poder vivir, y si además como es en este caso está contado de forma satírica e suna delicia sumergirse en su lectura.
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